sábado, 26 de diciembre de 2015

Poema inacabado

Todos hemos tropezado con la misma piedra,
y quien diga que no
que no la tire, que la necesitará.

Porque existen amores que valen la pena.
Literalmente: valen su pena.
Sangran y sacian simétricamente,
que no puedes no querer,
que valen su herida en oro.

Son amores con mascarilla,
a los que no puedes hablar a la cara
sin que te tosan.
Son el peso de la última página.
Que se convierten en pinzas de tender,
a veces secan la tristeza
y otras la dejan caer.

Amores sin vallas,
a doble altura,
listos para entrar a sufrir,
con vistas a la esperanza de reformarlo.



domingo, 15 de marzo de 2015

Ser o no estar

Eres llegar a la estación corriendo y perder el tren
Eres mirar un atardecer desde la ventana
Eres pies fríos
Eres sábado-noche en casa
Eres el tercer intento fallido
Eres billete de vuelta
Eres champú en los ojos
Eres llamada perdida
Eres álgebra
Eres la lista de cosas pendientes


Pero estás al desvelarme una hora antes de que suene el despertador
Estás en las lluvias de estrellas
Estás en el vaho del cristal que tiene una sonrisa dibujada
Estás en cada buena versión acústica 
Estás en los silencios cómodos
Estás entre los puntos y los a partes
Estás en la cerveza anti resaca
Estás en el papel de burbujas
Estás en la espuma del café
Estás en las películas de Edward Norton


Eres lo peor,
pero estás en lo mejor.

sábado, 31 de enero de 2015

Pasos


De blanco a negro
de negro a gris
de gris a lluvia
de la lluvia a ti.

De primavera a verano
el verano a otoño
Del otoño al invierno
Y el invierno me atrapa a mí.

Uno
dos
y sobras.

Somos niños inocentes
adolescentes que quieren ser
adultos que dejan de querer
a ancianos que crecen.

Nos hacen nacer
intentamos crecer
Reproducimos lo que sentimos
y así vivimos.



sábado, 29 de noviembre de 2014

Vuelve a llover

... y la lluvia es un perfeto lugar para escribir.
Dice Pedro Pastor.

Aquí estoy,
aquí vuelvo,
y vuelo,
y déjate llevar conmigo
que vivir la pena es gratis
aunque el tiempo nos cobre factura.

Tú no hagas caso
más que a los cantautores, poetas deprimidos,
camareros de más de 50
y madres. Claro.
Y qué oscuro está el cielo
el día que elijo volver a dejarme llover.
Y qué bonitas las hojas
ahí tiradas y empapadas
esperando la foto.

Déjate caer,
que las nubes no duelen tanto como dicen.
Te puedes arropar con ellas
de la infinidad del cielo.
Estarás seguro
a su altura
porque la caída es libre
y tuya.

Puedes elegir,
si quieres volver
o quedarte ahí arriba viéndolas pasar.
Si quieres vivir
o mirar cómo sienten otros.

Porque todo pasa,
y nos pasa a todos.
Te lo digo yo,
que todavía me quedan
teatros que disfrutar, libros que devorar,
copas de alcohol que no beber
y besos de buenas noches que desear,
pero parece que ya se me agota el aliento
sin un papel que empapar
de lluvia.
De mi propia lluvia.



viernes, 2 de mayo de 2014

Hace un día perfecto para enamorarse del amor.

Un día más
en el que sabemos que quedan menos horas para vernos,
pero también nos queda un día menos de vida juntos.

Una tarde
dedicada a ver cómo se esconde el sol
o a ver vídeos de conciertos soñando que podrás ir
cualquier otro día.

Y suerte a aquella que se ha puesto falda
con la esperanza de acabar con las medias rotas en el suelo,
que estoy segura de que alguien la necesita.

Siempre me han dicho que el amor no sabe de edades
ni de razas ni de sexos ni de distancia.
Yo creo que el amor es un egoísta ignorante.
Que nos contagia, nos duele,
y nos da la vida.
Y por eso se nos hace tan irresistible.

Nos enamoramos totalmente de verdad
de las mentiras
y esperamos dejar de temblar con el tiempo
cuando nos llama para invitarnos a una cerveza.
Pero sigo creyendo y temblando,
y enamorándome de cada uno de tus defectos.

He dejado de decir
''no te vayas''
para susurrar siempre
''vente conmigo''.

Y cuando me preguntas que por qué te miro tanto
y yo sólo sonrío,
no te enfades,
es que la sonrisa es la respuesta,
y el beso de después
es el que debería haberte dado antes.

Ya no hay cielo que tocar con las manos
porque lo bajas tú.
O porque lo eres tú.
No sé.

Esta noche,
en vez de querer matar tus monstruos,
me he metido con ellos debajo de tu cama
para verte dormir
(y así entendí por qué no se querían ir de ahí).